Tapicero de profesión y trabajador de la empresa Dámaso Azcue durante el período republicano(*), Paco huyó de Azpeitia en septiembre de 1936 ante la inminente entrada de las tropas sublevadas. Posteriormente, es probable que estuviera enrolado en un batallón de zapadores construyendo sistemas defensivos en varios sectores de Bizkaia. En Gernika, sobrevivió al bombardeo del 26 de abril de 1936, tras el cual se dirigió a Bilbao(*). Una vez detenido, fue encarcelado en la prisión de Los Escolapios (Bilbao), donde permaneció alrededor de un año. De vuelta a Azpeitia fue denunciado y traslado a la prisión de Ondarreta a la espera de ser juzgado en consejo de guerra. Al parecer contra Paco se pidió pena de muerte, si bien, el 14 de marzo de 1940, encontrándose en régimen de libertad condicional, se dictó el sobreseimiento del caso y su puesta en libertad(*).
Cuando nuestro padre se fue recibimos una carta suya diciendo que estaba bien, pero no supimos nada de él nunca más.
Como nuestro padre había huido, nosotras también nos teníamos que marchar.
En la escuela, nos solían decir que nosotros, los rojos, éramos los ángeles malos, los que nos habíamos rebelado contra dios.