Al igual que su hermana María, Maximina fue detenida el 7 de julio de 1937, un día después de su regreso a Azpeitia, tras la denuncia interpuesta por Rosario Echevarria Altamira, Ignacia Bereciartua Azpiazu y Pilar Aguirre Pérez. En el caso concreto de Maximina las denunciantes declararon ante la Guardia Civil que además de nacionalista y propagandista, «fue la causante de su detención, ya que incluso la letra que figura en la orden que les dieron era de la individua que denuncian». Sin embargo, meses más tarde y con Maximina presa en Ondarreta, tuvieron que retractarse de esta última acusación al tener constancia el juez militar instructor de que la orden de detención «estaba escrita a máquina y estaba firmada por el Frente Popular». Por su parte, Falange y Guardia Civil avalaron las declaraciones de Roque Astigarraga y los hermanos Julián y Claudio Orbegozo, en las que se calificaba a la encartada de ser una persona nacionalista muy activa durante las elecciones. Además de ello, el informe de la Guardia Civil aludía a la participación de Maximina en la requisa de alimentos en varios caseríos, si bien, no pudieron aportar testigos que atestiguaran dicha denuncia. Por el contrario, de nuevo Julián Elorza, esta vez junto a Francisco Gaztañaga, declararon en favor de la encausada. Según estas personas, a pesar de ser nacionalista y camarera del bar familiar Etxezuri, frecuentado por nacionalistas, Maximina era de buena conducta y no había participado en nada de lo que se le acusaba. Finalmente, tras reconocer Maximina su filiación nacionalista y los servicios prestados en la comandancia de Gernika, y al mismo tiempo negar las acusaciones vertidas contra ella, el 13 de abril de 1938 le fue otorgada la libertad condicional. Un mes más tarde, el juzgado militar de Donostia la absolvió de todo cargo, alegando que «la denuncia contra ella presentada ha quedado desvanecida por las declaraciones de las mismas denunciantes». El 26 de septiembre de 1938 se dictó la libertad definitiva tanto a Maximina como a su hermana María(*).
No supimos qué hicieron con su cuerpo, y no pudimos despedirlo ni enterrarlo dignamente.
Mi madre, sin tener ninguna culpa, lo pasó muy mal.