Natural y vecino de Azpeitia, Pablo se enroló en el batallón nacionalista Amaiur tras el inicio de la Guerra Civil, llegando a ocupar el cargo de teniente. El 17 de junio de 1937 fue herido en el monte Artxanda, donde recibió la primera cura de urgencia en el puesto sanitario establecido en la misma falda del monte. El día 19 ingresó en el Hospital Militar de Iralabarri de Bilbao, siendo inmediatamente hecho prisionero. Después de algunos meses en este centro, fue enviado a los Trinitarios de Algorta (Vizcaya) y posteriormente a un colegio de monjas de Bilbao habilitado provisionalmente como hospital, así como a otro centro sanitario provisional instalado en Sondika(*). El 21 de febrero de 1938 fue trasladado desde el campo de concentración de Deusto a la prisión de Los Escolapios, penitenciaria de la que salió en varias ocasiones para ser intervenido quirúrgicamente en el hospital de Basurto. En marzo de 1939 fue condenado por un tribunal militar por un supuesto delito de «rebelión militar» a 1 año de cárcel. Según la sentencia, lo exiguo de la condena se debía a que toda su actividad había sido confesada «espontáneamente ante las autoridades», si bien, poco después el Alto Tribunal de Justicia Militar de Madrid revocó la condena declarándole responsable de un delito de «adhesión a la rebelión» y condenándole a 30 años de reclusión mayor(*). En octubre de 1940 fue liberado definitivamente de la prisión de El Carmelo, tras haber sido rebajada la condena de 30 a 3 años por la Comisión de Examen de Penas. No obstante, al menos hasta 1959 estuvo controlado por la Junta Provincial de Libertad Vigilada de Vizcaya(*).
Traían a los muertos, los tenían un día enfrente del ayuntamiento y los enterraban; así es como murieron muchos de Azpeitia.
Tenía que marcharse alguno de casa y de la nuestra se llevaron a mi madre.