Francisco fue durante el período republicano y hasta el 19 de septiembre de 1936 conserje del batzoki de Azpeitia. Afiliado al partido nacionalista y tallista de profesión, huyó como tantos otros azpeitiarras ante la entrada de las tropas sublevadas. El 26 de agosto de 1937 fue detenido en Laredo, sin que conozcamos si tuvo algún tipo de actuación en el frente de guerra o si estuvo enrolado en algún batallón.
Posteriormente fue enviado al campo de concentración de Orduña, en el que permaneció hasta el 19 de septiembre de 1937, fecha en la cual fue enviado a la cárcel provincial de Vitoria. El 11 de octubre de 1938 fue trasladado al campo de concentración de Miranda de Ebro (Burgos), y el 15 de enero de 1939 al de Murguia. En octubre de ese mismo año, concretamente el 23 de octubre de 1939, tras más de dos años en prisión preventiva, solicitó la libertad provisional debido a la precaria situación económica familiar. Padre de dos hijos de 4 y 6 años, Francisco decía ser el «único sostén de su hogar», el cual se encontraba «en la mayor indigencia». A su solicitud adjuntaba como avales los escritos de varios vecinos de Azpeitia afiliados a Falange que firmaban responder «personal, económica y judicialmente del prisionero». Asimismo se añadió un oficio del alcalde de Azpeitia, en aquel entonces Ignacio Egaña Otegui, en el que se afirmaba que Francisco era una persona de «buena conducta moral».
Sin embargo, en el mes de diciembre la Auditoria de Guerra consideró que las informaciones que sobre Francisco existían eran constitutivas de delito y que por tanto debía darse apertura a diligencias previas. En consecuencia, el juzgado militar de Donostia recibió los respectivos informes de Guardia Civil, alcaldía, y Falange de Azpeitia. Todos ellos incidían en sus escritos en la ideología nacionalista de Francisco y por consiguiente en «sus exaltadas ideas anti españolistas», y señalaban desconocer su actuación una vez abandonado Azpeitia. Asimismo, prestaron declaración como testigos el exalcalde Roque Astigarraga y Julián Orbegozo Embil. En la misma línea que los informes anteriores, ambos acusaron al detenido de ser «muy propagandista de sus ideas» pero al mismo tiempo afirmaron que no participó en detenciones ni saqueos por ser una persona «incapaz de hacer daño a nadie». Finalmente, el juez militar instructor le concedió la libertad provisional el 10 de abril de 1940. Justo un mes más tarde se archivó la causa y le fue concedida la libertad definitiva(*).
Bombardeo de Gernika: decía que fueron más de sesenta aviones echando bombas uno detrás de otro.
Decía que el río Ebro estaba rojo por toda la sangre vertida.
Iban todas las noches a buscar a alguien, abrían las puertas y decían sus nombres, para fusilarlos; estuvo esperando oír decir su nombre durante tres meses.