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Un caso entre muchos
ARRUTI GARGARZA, JOSÉ ANTONIO
Jose Antonio Arruti Garagarza.
(AIRMN).

     Vecino de Urrestilla, José Antonio fue concejal abertzale durante el periodo republicano tras conseguir 360 votos en las elecciones celebradas en abril de 1933(*). Según su declaración ante un juzgado militar en Santoña el 6 de septiembre de 1937, fueron los miembros de una patrulla de la CNT llegada a Azpeitia los que «obligaron» a evacuar el pueblo. Anteriormente, en mayo de 1937, se había presentado voluntario a la policía motorizada de la Ertzaintza en Bilbao. Al ser de profesión electricista, prestó servicios de «electricidad en motores explosión y en motocicletas». Posteriormente, ante el avance de las tropas sublevadas, se trasladó a Karrantza y más tarde a Cantabria. El 27 de agosto de 1937 fue detenido en Santoña y encarcelado en El Dueso. Seguidamente se abrió un procedimiento sumarísimo contra José Antonio, siendo condenado el 8 de septiembre del mismo año a 12 años y 1 día de prisión menor por un «delito de auxilio a la rebelión». El 24 de agosto de 1938 llegó a la prisión del Puerto de Santa María en Cádiz, donde permaneció hasta el 2 de abril de 1940 que fue trasladado a la prisión de Valladolid.

      En 1943 la Comisión de Examen de Penas le conmutó la condena a 3 años de prisión, por lo que fue puesto en libertad. Cabe destacar, que en la documentación relativa al consejo de guerra celebrado contra José Antonio no hay más pruebas que su declaración, sin que conste informe inculpatorio alguno contra él. De hecho, no hay ninguna mención a su pasado como concejal nacionalista. A este respecto, la Comisión de Examen de Penas señaló en su propuesta de conmutación lo siguiente: «No puede especificarse sus actuaciones porque la causa ha sufrido extravío y se examina solamente con un testimonio de sentencia»(*).


[Azpeitiarras juzgados por tribunales militares franquistas — Leer más casos]
Un testimonio

Cogieron a «Txaiber», lo llevaron al campo y lo fusilaron.

Al rector le pusimos el apodo de «oiloa» (gallina), ya fue muy cobarde con este tema.

Al médico donostiarra lo mataron en la pared del cementerio, y lo enterraron allí.

Paradójicamente ni la iglesia ni la basílica sufrieron daño alguno, pero murieron dos personas en ese acto de propaganda fascista.

 

[Xabier Arregi Arozena — Leer el testimonio completo]
[Otros testimonios]