Nacido en Orio y ebanista de profesión, José trabajó en su oficio hasta poco antes de la entrada de los sublevados en Azpeitia, localidad en la que residía. Concretamente, el 19 de septiembre de 1936 huyó a Bilbao, para posteriormente alistarse en el batallón Itxarkundia donde prestó servicios auxiliares en diferentes frentes de guerra. El 25 de agosto de 1937 fue detenido en Laredo, siendo trasladado poco después al campo de concentración de Estella. Entre el 1 y el 6 de noviembre fue recluido en Miranda de Ebro, desde donde parece ser que fue trasladado a Sevilla con destino a un batallón de trabajadores especializado. No obstante, el 25 de aquel mismo mes reingresó de nuevo en el campo de concentración de Miranda de Ebro y seguidamente en el de Estella(*). El hecho de que regresara en tan poco espacio de tiempo de su traslado a Andalucía pudiera deberse a que fue uno de los afectados en el accidente de Alanís de la Sierra (Sevilla) ocurrido el 19 de noviembre de 1937, y en el que fallecieron 57 presos vascos.
Posteriormente, en octubre de 1937, se abrió un procedimiento sumarísimo de urgencia contra 13 personas entre las que se encontraba José. El 3 de diciembre de ese mismo año confirmó ante el juez militar instructor su afiliación al PNV, la participación en guardias armadas en carreteras próximas a Azpeitia una vez iniciada la guerra, y su alistamiento voluntario en el batallón Itxarkundia. Sin embargo, desmintió que hubiera participado en requisas o hubiera delatado «a ningún individuo de derechas», en contraposición a lo que recogía el informe de la Guardia Civil de Azpeitia. Por todo ello, el 14 de enero de 1938 se dictó el sobreseimiento de las causas abiertas contra la totalidad de los encausados a excepción de las relativas a un vecino de Santillana del Mar (Cantabria) y a Jose. Según el acuerdo del consejo de guerra n° 3, debía ampliarse la información que vía informes telegráficos había aportado la Guardia Civil «especificando a qué personas persiguió y a quienes delató». Sin embargo, los informes que durante los meses siguientes emitieron tanto la oficina local de Falange como el ayuntamiento de Azpeitia y la Guardia Civil, no respondieron a este respecto, limitándose a calificar al encartado como un «exaltado separatista» que practicó guardias armadas y que posteriormente huyó a Bilbao. Finalmente, el 12 de enero de 1939 el Auditor de Guerra de la 6ª Región impuso a José una multa de 500 ptas. y dictó su puesta en libertad. El 25 del mismo mes salió de la prisión de Los Escolapios, y poco tiempo después, el 2 de marzo, el juez municipal suplente de Azpeitia, Silvestre Otamendi, procedió al examen de bienes que pudiera tener José para ser embargados. A través del embargo de su vivienda en la calle Iglesia pretendían cubrir la multa impuesta, si bien la casa había sido embargada anteriormente por la Comisión Provincial de Incautación de Bienes de Guipúzcoa (CPIB). Declarado insolvente, el 8 de julio de 1939 las autoridades militares acordaron sustituir la multa de 500 ptas. por cien días de prisión. El 20 de agosto fue puesto definitivamente en libertad(*).
Cogieron a «Txaiber», lo llevaron al campo y lo fusilaron.
Al rector le pusimos el apodo de «oiloa» (gallina), ya fue muy cobarde con este tema.
Al médico donostiarra lo mataron en la pared del cementerio, y lo enterraron allí.
Paradójicamente ni la iglesia ni la basílica sufrieron daño alguno, pero murieron dos personas en ese acto de propaganda fascista.