La movilización de jóvenes azpeitiarras tuvo dos períodos claramente diferenciados, el antes y el después de la caída de Azpeitia en manos de las tropas sublevados. Hasta el 20 de septiembre de 1936 la gran mayoría de los azpeitiarras que residían en la localidad optaron por la defensa de la República y los derechos y libertades del pueblo vasco, a excepción de aquellos que durante las primeras semanas del conflicto huyeron a territorios ocupados por los golpistas para unirse a su ejército.
La primera movilización importante se produjo nada más iniciarse la Guerra Civil y estuvo coordinada por el Comité de Defensa del Frente Popular, cuyos máximos dirigentes fueron Ildefonso Gurruchaga Ansola, Leandro Moral Ledesma, y Gregorio Segurola. Este Comité reunió tanto a personas de izquierdas como a nacionalistas, y las actividades que realizaron los voluntarios que se unieron a este colectivo fueron principalmente labores de retaguardia como servicios de guardia armada, requisas, y detenciones de personas favorables al alzamiento militar. No obstante, también hubo azpeitiarras que ingresaron en las primeras unidades de milicianos que acudieron a zonas en conflicto entre finales del mes de julio y comienzos de agosto.
En cualquier caso, a partir de la formación de la Comandancia de Azpeitia la mayor parte de los nacionalistas de la localidad en edad militar pasaron a formar parte del Eusko Gudarostea. Encuadrados en diferentes compañías, los azpeitiarras nacionalistas participaron en los primeros combates en zonas como Bidania, Beizama, Ventas de Zarate o Belkoain(*). En este último fue herido Antonio Odriozola «Telleie», según el relato de otro de los gudaris de la localidad que participó en la reyerta, Antonio Loinaz(*).
A medida que la estructura militar de las milicias vascas se iba consolidando a través de la composición de los diferentes cuadros de mando, las distintas unidades de combate se irían integrando en batallones, considerados como «unidades tácticas básicas»(*). En este sentido, cabe destacar el batallón de infantería Loyola, el cual tuvo su origen en las milicias formadas en Azpeitia y en cuya unidad quedaron encuadrados decenas de azpeitiarras. Dirigido por los comandantes Lino Lazcano y Juan de Beistegui, a comienzos de 1937 estableció su cuartel general en Gernika. En el caso de los vecinos de Azpeitia movilizados en este batallón, la mayoría de ellos formaron parte de la 2ª compañía denominada Lartaun. Otro de los batallones que más nacionalistas azpeitiarras aglutinó fue el Itxarkundia, agrupado también en Gernika y cuyo máximo responsable fue el comandante Luis Sansinenea(*).
Por su parte, los azpeitiarras de filiación izquierdista vivieron un proceso similar al de los nacionalistas. Tras el inicio de la guerra muchos de ellos se integraron en las diferentes unidades que formaron las milicias antifascistas a través del Comité de Defensa, acudiendo a combatir a aquellos territorios guipuzcoanos en peligro de ser tomados por las tropas sublevadas. Según recogía el diario Frente Popular, el 27 de julio de 1936 se encontraban movilizados en Azpeitia 2.000 milicianos, entre los que se encontrarían numerosos azpeitiarras(*). Posteriormente, fue el batallón de las Juventudes Socialistas Unificadas UHP (Uníos Hermanos Proletarios) en el que lucharon la mayor parte de ellos.
En cuanto a los que formaron parte de las tropas sublevadas, la primera mención que debemos hacer al respecto se refiere a los que supuestamente participaron en el alzamiento militar. Al parecer, requetés azpeitiarras y de Oñati tenían orden de tomar el santuario de Loiola el 19 de julio de 1936, si bien, el devenir del golpe de Estado en esas primeras horas no les permitió cumplir su cometido. Previamente, estos cómplices de la sublevación habían recibido instrucción militar con armas traídas de fuera en los alrededores de Azpeitia(*). Otros tantos, como fue el caso de José María Odriozola Iriarte, huyeron de Azpeitia entre finales de julio y durante el mes de agosto con el propósito de unirse a los golpistas. Al parecer, José María fue guiado desde el barrio de Oinatz hasta Ordizia monte a través a finales de agosto, incorporándose al grupo de requetés que posteriormente ocupó Azpeitia(*).
Tras la ocupación de Azpeitia muchos jóvenes quedaron enrolados en el ejército franquista, principalmente en el llamado tercio de San Ignacio. Dicho tercio quedó integrado posteriormente en la II Brigada de Navarra, la cual contaba en marzo de 1937 con 4.654 efectivos. Asimismo, en Azpeitia existió lo que se llamó una brigada de reserva formada por cientos de hombres(*). De los 79 azpeitiarras que combatieron en el bando franquista y que fallecieron en el frente de guerra, al menos 42 pertenecían al tercio de San Ignacio.
Fotografías realizadas por Roque Azcune en diciembre de 1936 en el frente de Legutiano. Todos los azpeitiarras que quedaron retratados en estas imágenes, miembros de la compañía Lartaun del batallón Loyola, colaboraron en la compra de la cámara de fotos. Años más tarde, finalizada la guerra y superada la época más cruel del franquismo, los azpeitiarras supervivientes de este batallón y de otras unidades del Ejército Vasco se reunían anualmente en el hotel Loiola.
Es indudable que el periodo de guerra que se abrió en julio de 1936 afectó a prácticamente la totalidad de las familias azpeitiarras. En el aspecto concreto de la movilización fueron los jóvenes en edad militar los directamente perjudicados, lo que supuso que varios miembros de una misma familia combatieran en el frente de guerra, en el mismo bando, en bandos diferentes, y con suertes dispares.
Por ejemplo, los hermanos del barrio de Izarraitz ARANGUREN CENDOYA, Bernabé y Justo «Komuntzo», combatieron en los batallones nacionalistas Irrintzi y Loyola respectivamente, y fueron posteriormente encarcelados y juzgados en consejo de guerra(*). Un tercer hermano, José, fue depurado de su puesto de trabajo de barrendero municipal(*). En batallones nacionalistas también combatieron los hermanos ARRUE LARRAÑAGA. Ignacio, Francisco y Clemente se enrolaron voluntariamente en las milicias vascas organizadas en el santuario de Loiola(*) y posteriormente lucharon en las filas del batallón Loyola(*). Seguramente fue este el batallón en el también combatió Pedro, miembro del Comité de Defensa de Azpeitia y tras su captura en Santoña juzgado en consejo de guerra al igual que Francisco(*). Por su parte, Miren Arrue Larrañaga es probable que también sufriera las consecuencias de la victoria franquista al haber sido secretaria de Emakume(*), mientras que otro hermano, Juan, fue declarado prófugo en 1937(*), por lo que es probable que también hubiera actuado como gudari.
En batallones republicanos combatieron los hermanos CAMPOS ECEIZA: Juan, Alejandro y Moisés. Todos ellos eran afiliados a UGT y quedaron enrolados en el UHP de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), sin embargo corrieron suertes dispares. Juan y Alejandro fueron juzgados en consejos de guerra y no recobraron la libertad hasta 1940(*). Mucho más trágico fue lo ocurrido a Moisés, puesto que éste resulto herido en el frente de guerra de Durango, falleciendo poco después en el hospital de Barakaldo(*). Un caso parecido fue el de los hermanos José María, Avelino y Leandro MORAL LEDESMA. Aunque desconocemos en qué unidad quedó enrolado José María, es probable que al igual que Avelino y Leandro su destino fuera el batallón UHP. Este último falleció en el hospital de Basurto tras ser herido en el sector de Otxandio(*), mientras que José María fue encausado por la justicia militar franquista y recluido en un batallón de trabajadores(*). También el padre de estos tres milicianos, Avelino Moral, un destacado dirigente de izquierdas en Azpeitia, fue juzgado y condenado a 30 años de prisión(*).
Por el contrario, los hermanos AIZPURU AIZPURU (Ignacio y José Antonio), AGUIRRE ORUESAGASTI (José y Luis), y AGUIRRE MUGURUZA (Agustín y Ángel), entre otros, combatieron en las filas del tercio requeté de San Ignacio(*). En algunos casos como el de los hermanos urrestildarras ODRIOZOLA LESACA (Diego María y José María) y ECHEVERRIA ARZUAGA (Gaspar e Ignacio), se dio la circunstancia de que ambos fallecieron en el frente de guerra. Asimismo José Manuel, José Francisco y Vicente OLAIZOLA GURRUCHAGA, oriundos del caserío Etxaiz-zahar de Nuarbe, fueron requetés del tercio de San Ignacio, falleciendo los dos primeros en combate(*).
Pero también hubo hermanos que combatieron en el frente de guerra en el mismo bando pero en batallones de distinta ideología. A modo de ejemplo podríamos señalar a los miembros de la familia conocida como «Indotarrak», los hermanos AZPIAZU GOMEZ. El mayor de ellos, Roque, estaba afiliado al PNV y se alistó voluntario al cuerpo motorizado de la Ertzaintza, lo que le supuso ser condenado a reclusión perpetua(*). Igualmente, Eleuterio era de ideología nacionalista y formó parte del batallón de zapadores San Andrés, siendo posteriormente encarcelado en varias prisiones franquistas hasta su incorporación obligada al regimiento de infantería América en febrero de 1939(*). En cambio, José, aunque simpatizante de la CNT, fue miliciano del batallón socialista UHP. Tras su detención fue recluido en un batallón de trabajadores.
Por último, existieron miembros de una misma familia que combatieron en bandos opuestos. Daniel y Lucio ODRIOZOLA ALTAMIRA estuvieron enrolados en el batallón Ingenieros 2 de filiación nacionalista(*), mientras que el tercero de los hermanos, Félix, fue combatiente requeté(*). Por su parte, dos de los cuatro hermanos ELIAS UNANUE, Francisco y José María, lucharon en batallones nacionalistas, mientras que Saturnino y Manuel lo hicieron en el tercio de San Ignacio. Este último murió en el frente de Lemoa(*). Asimismo, cuatro de los siete hermanos URBIETA EIZMENDI lucharon en el frente, dos en batallones nacionalistas y otros dos como requetés(*).
El apoyo a bandos contrarios en miembros de una misma familia no sólo se visualizó en jóvenes que combatieron en el frente de guerra. También en la política local tuvo su reflejo. Valga como ejemplo el caso de los hermanos ORBEGOZO EMBIL. Por un lado estaban Julián y Casto, destacadísimos miembros franquistas de la localidad, miembros de la Junta de Guerra Carlista de Azpeitia, posteriormente de falange, y responsables de varios escritos acusatorios contra azpeitiarras juzgados en consejos de guerra. Uno de estos procesados azpeitiarras fue el hermano de ambos, Alejandro, el cual fue concejal nacionalista. Sin embargo, en esta ocasión Julián y Casto, pero también su cuñado Roque Astigarraga (primer alcalde franquista de Azpeitia), declararon en favor de Alejandro, lo que le permitió ser absuelto de todo cargo en abril de 1938(*).
En definitiva, son decenas los casos similares a los diferentes relatos familiares citados. Cada uno de ellos con sus peculiaridades forman una historia propia y son reflejo del efecto que esta guerra tuvo en la sociedad azpeitiarra, así como en el conjunto de Hego Euskal Herria. De ahí que, a partir de estas historias familiares, diversas sean las visiones sobre las causas, el desarrollo y las implicaciones socio-políticas de la denominada comúnmente Guerra Civil española. En el caso de Azpeitia, varios son los personajes ilustres de la villa que desde puntos de vista diferenciados han tratado el asunto. Así, Imanol Elias se refirió a este periodo como «guerra entre hermanos»(*), mientras que José Arteche hacía hincapié en sus memorias a la fractura social que generó en la localidad dicha guerra y sus consecuencias(*). También Iñaki Aizpuru, desde una visión menos benévola, hablaba en su libro 7 meses y 7 días en la España de Franco de la «ofensiva facciosa», sobre la que se preguntaba lo siguiente: «¿en virtud de que ley se podía obligar a los vascos a entregarse a sus furibundos enemigos que, desde el primer día, tenían jurado exterminarlos?»(*).
En febrero de 1940 el ayuntamiento de Azpeitia generó una serie de información referente a los mozos de la localidad que habían «servido en ambos ejércitos»(*). En total se citaba a 15 jóvenes, si bien, fueron al menos 24 los azpeitiarras en dicha situación. Uno de ellos, Luis Goenaga Alberdi, actuó como gudari en la Comandancia de Azpeitia y posteriormente quedó enrolado en las Juventudes de Acción Popular (JAP). En la «relación de voluntarios y soldados que han dado su vida por Dios y por España»(*) se citaba a Luis como desaparecido en el frente de guerra, si bien, Antonio Loinaz dejó escrito en sus memorias que fueron «los mismos requetés de su tercio los que le mataron»(*).
Por su parte, 5 de los que combatieron en ambos bandos fueron juzgados en consejos de guerra franquistas acusados de deserción. Se trataba de Lucas Orbegozo Orbegozo, Ignacio Zubimendi Olaizola, Tomás Odriozola Echeverria, y los hermanos Ignacio y José Ramón Odriozola Alberdi, los cuales lucharon en diferentes frentes de guerra en batallones nacionalistas hasta ser capturados en Santoña. Posteriormente, estuvieron recluidos en un batallón de trabajadores hasta su incorporación al frente de guerra de Teruel como requetés del tercio de San Ignacio. Al poco tiempo fueron interceptados por tropas enemigas, pasando a formar parte desde entonces y hasta el final de la guerra del ejército republicano. Finalmente, en 1941, el tribunal militar argumentaba que los cuatro eran de «ideología separatista» pero de «buena conducta», y daba por buena la versión de la captura(*).
Por otro lado, fueron varios los azpeitiarras juzgados en consejos de guerra por un supuesto delito de inutilización o incapacidad voluntaria. Estos son los casos, entre otros, de los requetés Antonio Segurola Odriozola y José María Azpiazu Lizaso, los cuales fueron absueltos tras considerar los tribunales militares franquistas que las heridas sufridas no fueron producidas voluntariamente para quedar eximidos de continuar en el frente de guerra, tal y como se denunció en la fase de instrucción, sino causadas por el enemigo(*).
Con todo, es difícil conocer con exactitud cuántos y quiénes fueron voluntarios o movilizados forzosos, sobre todo en lo que a jóvenes azpeitiarras que combatieron en el bando franquista se refiere. Por ejemplo, Ramón Altolaguirre fue llamado a quintas en 1938, si bien, se presentó como voluntario por recomendación de un familiar y no por principios ideológicos(*). En cualquier caso, resulta llamativo que de los 79 azpeitiarras que combatieron en el bando sublevado y que fallecieron en el frente de guerra, 13 de ellos fueran calificados por el mismo ayuntamiento franquista de Azpeitia como «soldado forzoso»(*). Uno de ellos fue José María Gurruchaga Zabaleta, el cual probablemente antes de ser alistado al ejército franquista combatió en el batallón Loyola al igual que su hermano Victoriano. José María falleció en enero de 1938, mientras que Victoriano se encontraba recluido en un batallón de trabajadores del que sólo saldría para incorporarse de manera forzosa al ejército sublevado(*).
Ignacio era natural de Urrestilla y vecino de Lekeitio. A comienzos de abril de 1937 se encontraba enrolado en algún batallón del Ejército Vasco, si bien, al contar por aquel entonces con 50 años de edad es probable que no actuara como combatiente. En cualquier caso, entre el 4 y el 5 de abril ingresó en el hospital de campaña del sector de Markina con una «herida en región occipital, probable fractura de cráneo». El mismo día 5 Ignacio falleció, siendo posteriormente enterrado en el cementerio de Lekeitio. Ignacio estaba casado y era padre de cinco hijos(*).
Agustín nació en Azpeitia en 1903 y era vecino de Eibar. Fue combatiente de la 1ª compañía del 2° batallón mixto de Ingenieros del Ejército Vasco, unidad militar la cual se ocupó de la construcción de fortificaciones defensivas en retaguardia. A comienzos de 1937 fue trasladado al hospital de Urkiola a consecuencia de las «heridas de bala» sufridas(*). El 10 de enero de 1937 quedó certificado su fallecimiento, siendo enterrado en el cementerio de Abadiño(*).
Nacido en 1915 y vecino del número 27 de la calle San Ignacio, José María trabajó como ebanista en la empresa de muebles Dámaso Azcue(*).Tras el inicio de la guerra quedó enrolado en un batallón del sindicato UGT con el que se dirigió al frente de Álava, participando a partir de noviembre de 1936 en el episodio bélico conocido como la batalla de Villarreal(*). En esta ofensiva se calcula que cerca de 1.000 combatientes del Ejército Vasco perdieron la vida, mientras que más de 3.000 fueron heridos. En cuanto a José María, su muerte se produjo el 3 de diciembre de 1936 a consecuencia de «un balazo que recibió» en las proximidades de Legutio, sin que al parecer el cadáver fuera recuperado(*). A pesar de su fallecimiento varios años después, en febrero de 1940, la caja de reclutas n° 38 de Donostia lo calificó como desafecto al haber servido «en el Ejército Rojo»(*). Asimismo, hasta 1942 no se formalizó el acta de defunción en el juzgado de Azpeitia. En el momento de su muerte José María tenía 21 años de edad y se encontraba en estado soltero.
Nacido en Gabiria en 1902, este ebanista residió en Azpeitia al menos hasta 1934. Por aquel entonces estaba afiliado al Sindicato Profesional del Ramo de la Madera de Azpeitia, y se encontraba en situación de paro. Quizá por ese motivo se trasladó a Donostia, donde trabajaba en su profesión cuando estalló la guerra. Militante de la CNT, el mismo 19 de julio de 1936 se unió a los primeros grupos de milicianos vascos que intentaron detener el avance de las tropas sublevadas en la provincia. Posteriormente, quedó enrolado en uno de los batallones Meabe del Ejercito Vasco, formando parte de la expedición vasca que en octubre de 1936 acudió al frente de Asturias. El 18 de aquel mes de octubre fue nombrado sargento y cuatro días más tarde, el 22, falleció en combate en el sector de San Claudio. Tomás tenía entonces 34 años de edad, estaba casado con Cándida Lasa Alustiza, y tenía una hija de 8 años llamada María Cristina(*).
Según relata Antonio Loinaz en sus memorias, Francisco era sargento del batallón Itxarkundia cuando falleció en el frente de guerra de Ubidea. Probablemente, y según el testimonio de varios vecinos de Azpeitia, Francisco estableció su residencia en Azpeitia durante el periodo republicano. Desconocemos su procedencia(*).
Moisés era vecino de la calle Iglesia y linternero de profesión. Al igual que sus hermanos Alejandro y Juan, sus ideas de izquierdas le hicieron militar en el sindicato UGT(*) y posteriormente acudir al frente de guerra enrolado en el batallón UHP de las Juventudes Socialistas Unificadas(*). Miembro de la 1ª compañía del citado batallón, Moisés fue herido a finales del mes de abril de 1937 en el frente de Durango, siendo trasladado al hospital militar de Barakaldo. Sin embargo, el día 30 de abril quedó certificado su fallecimiento. Moisés fue enterrado en el cementerio de Barakaldo(*).
Vecino de Azpeitia. El único dato relativo a Pedro procede de la documentación microfilmada custodiada en el Archivo Histórico de Euskadi, y más concretamente de los informes elaborados por las autoridades militares del Ejército Vasco correspondiente a «los gudaris muertos y desaparecidos en Asturias y en los batallones Itxarkundia, Loyola, San Andrés y Saseta». En éste, se dice que Pedro falleció en el frente de guerra de Otxandio, sin que se especifique a qué batallón pertenecía(*).
Natural de Urrestilla y vecino de Tolosa, Víctor quedó enrolado en la compañía Pablo Sanz de Izquierda Republicana a partir del 18 de julio de 1936(*). Posteriormente, se unió al batallón Azaña-Gipuzkoa en Donostia, acudiendo al frente de guerra de Irun(*). El 1 de septiembre de 1936 se certificó su muerte en dicho frente. Gráfico de profesión, Víctor estaba casado y era padre de dos hijos. El certificado de su muerte lo realizó su mujer meses más tarde en la localidad vizcaína de Karrantza(*).
Tras el inicio de la guerra Francisco se incorporó a las milicias vascas formadas en Azpeitia a comienzos de agosto de 1936, con el grado militar de sargento(*). Posteriormente, una vez evacuada Azpeitia, siguió luchando en varios frentes de guerra hasta que el 23 de diciembre de 1936 falleció «a causa de heridas con arma de fuego en el sector de Amorebieta». El día 25 fue enterrado en el cementerio de Gernika. Francisco tenía 29 años de edad y estaba soltero(*).
Nacido en Urrestilla en 1916, Celestino trabajó durante el período republicano en la empresa de muebles Aguirre Hermanos. Este urrestildarra conocido como «Txandramie» participó en la huelga del sector maderero en el mes de julio de 1936, poco antes del estallido de la guerra. En estas protestas, Celestino era el que acompañaba con su acordeón las canciones-protesta en las que los trabajadores exigían un aumento de salario(*). Una vez iniciada la guerra se incorporó al batallón nacionalista Loyola, con el que probablemente actuó como miliciano en varios frentes de guerra hasta su fallecimiento. En este sentido, existe cierta confusión respecto al lugar y en las condiciones en las que se produjo su muerte. Por un lado, según recoge Antonio Loinaz en sus memorias, Celestino falleció en el frente de Legutio. Sin embargo, existe un recordatorio familiar en el que se dice que Celestino falleció «en el frente de Vizcaya» el 15 de junio de 1937. Ya en 1940, concretamente el 5 de febrero, Celestino fue declarado «desafecto» por el ayuntamiento de Azpeitia con motivo del cierre del acta de clasificación de mozos pertenecientes al reemplazo de 1936, sin que se haga mención alguna a su muerte(*).
Antonio fue uno de los escasos azpeitiarras militante de la CNT, así como de los primeros en acudir al frente de guerra. El 31 de julio de 1936, formando parte de la resistencia antifranquista en Ordizia y un día antes de que este municipio fuera tomado por los sublevados, falleció en combate. Antonio tenía 32 años y era padre de dos hijos.
Natural y vecino de Azpeitia, Julián pasó a formar parte de las milicias populares antifascistas formadas en la capital guipuzcoana tras el inicio de la Guerra Civil. Herido probablemente en el frente de guerra, el 30 de agosto de 1936 falleció en el hospital de Donostia. Según consta en el acta de defunción, murió a consecuencia de «heridas de arma de fuego». Tenía 32 años y estaba casado(*).
Vecino de Azpeitia. El único dato relativo a Plácido, al igual que en el caso de Pedro Gorrocha, procede de la documentación microfilmada custodiada en el Archivo Histórico de Euskadi, y más concretamente de los informes elaborados por las autoridades militares del Ejército Vasco correspondiente a «los gudaris muertos y desaparecidos en Asturias y en los batallones Itxarkundia, Loyola, San Andrés y Saseta». En éste, se dice que Pedro falleció en el frente de guerra de Otxandio, sin que se especifique a qué batallón pertenecía(*).
Natural de San Asensio (La Rioja), Leandro llegó a Azpeitia con apenas 13 años de edad. Su padre, Avelino Moral, comerciante de profesión, fue un destacado dirigente republicano en la localidad durante el período republicano. En el caso de Leandro, tras el inicio de la guerra parece ser que pasó a formar parte de la dirección del Comité de Defensa de Azpeitia(*). Posteriormente, ingresó en el batallón UHP de las JSU al igual que sus hermanos José María y Avelino(*). A comienzos de abril de 1937 Leandro se encontraba en el frente de Otxandiano como suboficial de su compañía, resultando herido y siendo trasladado al hospital civil de Bilbao. Finalmente, el 2 de abril falleció, sin que conozcamos su lugar de enterramiento. Leandro tenía 28 años y estaba casado(*).
Luis nació en 1917 en Puerto Real (Cádiz) y era vecino de Azpeitia. En concreto, residía en la plazuela de Bustinzuri n° 5. Siendo estudiante, participó en el frente de guerra del Ebro como combatiente. Al parecer fue herido en la Sierra del Caballo, sita en la provincia de Alicante, falleciendo posteriormente en su domicilio el 19 de octubre de 1938. Desconocemos en qué bando quedo enrolado, pero en todo caso no figura en el listado de combatientes del bando sublevado fallecidos en el frente, elaborado por el ayuntamiento franquista de Azpeitia tras finalizar la guerra. Luis tenía 21 años(*).
Nacido en Azpeitia en 1909 y ebanista de profesión, José quedó enrolado en el batallón UHP de las JSU tras el comienzo de la guerra(*). El 6 de octubre de 1936, cuando se encontraba en el frente de Elgeta, resultó muerto a consecuencia de las «heridas de obús» recibidas. José tenía 27 años de edad, era soltero, y fue enterrado en el cementerio de Elgeta(*).
Leandro nació en 1907 y era vecino de Azpeitia. Afiliado al sindicato nacionalista STV, quedó enrolado en la 1ª compañía San Andrés del batallón de infantería Amaiur. El 26 de diciembre de 1936 falleció a causa de las heridas de bala recibidas en el frente de Kalamua(*), siendo enterrado en el cementerio de Gernika. Leandro tenía 28 años de edad(*).
Natural de Azpeitia y vecino de Bilbao, José Dimas fue uno de los más de 2.500 combatientes vascos fallecidos a las puertas del Cinturón de Hierro en los sectores de Bizkargi, Sollube y Peña Lemoa durante los meses de abril y mayo de 1937. En el caso concreto de este miliciano de la «célula de dinamiteros» del batallón comunista Larrañaga(*), su fallecimiento se fechó el 15 de mayo de 1937 en el monte Bizkargi(*). José tenía 28 años, estaba casado, y era padre de dos hijas(*).
Al igual que los azpeitiarras José Azcue, Patxi Burni, Dionisio Urbistondo, y quizás Celestino Iturzaeta, José falleció tras su participación como combatiente en la ofensiva del Ejército Vasco sobre Legutio(*). Gudari de la compañía Lartaun del batallón Loyola, José fue herido en la zona de Otxandio, siendo trasladado al hospital de sangre de Amorebieta(*). Finalmente, el 2 de diciembre falleció en dicho hospital, y un día más tarde fue enterrado en Gernika. José era oriundo del caserío Mandiolatza del barrio de Loiola y tenía 28 años de edad en el momento de su muerte(*).
Oriundo del caserío Txarabarrena del barrio de Urrestilla, en el cual nació en 1912, Dionisio se incorporó a las milicias vascas formadas en Azpeitia a comienzos de agosto de 1936(*). Posteriormente, quedó enrolado en la 3ª compañía Bergara del batallón Loyola, participando en la ofensiva sobre Legutio(*). El 1 de diciembre de 1936 falleció en el sector de Otxandio a causa de las «heridas por arma de fuego» recibidas, siendo inhumado en el cementerio de Gernika. Dionisio tenía 25 años de edad y era soltero(*).
«A partir de la una hora del día 25 del corriente quedo en libertad de acción para proceder contra los objetivos tácticos y estratégicos con la violencia que las necesidades militares lo requieran». Al poco de lanzar estas octavillas sobre Bizkaia, el general golpista Mola dio orden de bombardear el territorio causando centenares de víctimas (entre 72 y 126 muertos y alrededor de 500 heridos)(*). Uno de los artefactos alcanzó el frontón Ezkurdi de Durango, donde se encontraba reunido un grupo de milicianos descansando y jugando a pelota(*). 12 de ellos murieron, siendo uno de éstos Alberto. Afiliado a UGT, había nacido en Bidania en 1911 y era vecino de Azpeitia, localidad en la que trabajó como cestero hasta su incorporación al frente(*).
Ramón era natural de Azpeitia pero residía en Deba. Tras el inicio de la Guerra Civil se incorporó como combatiente al Ejército Vasco, y más concretamente al batallón nacionalista Saseta. El 26 de abril de 1937 falleció en el frente de guerra de Euba. Tenía 24 años y era soltero(*).
Nik banuan anai bat
gerra ortan illa
ta berakin badira
makiña bat milla;
ez anaia zalako,
ura zan mutilla!
Deseo det zeruan
gertatu dedilla(*).