El amigo de los monos
En la gran y lejana China, en una ciudad llamada Sung, había un niño que quería mucho a los monos. Se llamaba Shanken.
Shanken les daba de comer todos los días.
Y los monos también querían mucho a Shanken.
A veces se privaba de su arroz para dárselo a los monos.
Los quería tanto, los atendía tanto, los observaba tanto, que llegó a comprender el lenguaje de los monos.
Y Shanken podía hablar con ellos.
Le llamaban «Shanken, el amigo de los monos».
Y Shanken era muy feliz con ese nombre.
Pero llegó el verano, hubo una sequía muy grande, se perdieron las cosechas y el hambre empezó a adueñarse de la ciudad de Sung.
Los monos sufrían, y Shanken sufría más.
Cada vez les llevaba menos comida.
Las reservas se agotaban.
Una vez les llevó siete castañas.
Os daré tres castañas para comer y cuatro castañas para cenar.
Y todos los monos exclamaron a coro:
¡No, no, no!
No estaban conformes con la propuesta.
Tenéis razón admitió Shanken. Os daré cuatro castañas para comer y tres castañas para cenar.
Y al oír aquello, todos los monos se pusieron a dar vivas a Shanken, locos de alegría.
Y es así como Shanken logró que los monos de Sung no pasaran mucha hambre mientras duró la sequía.
Texto: Koldo Izagirre
Traducción: Koldo Izagirre
Voz: Iñaki Berazategi