Juanico el oso en la cueva misteriosa
Juanico estaba sólo en el castillo abandonado. Sus amigos, el leñador y el molinero, se habían ido de caza.
Estaba sólo, pero tenía a mano su bastón de hierro, que pesaba cien quintales.
Llegó el mendigo matón, el mismo que había vencido al leñador y al molinero.
¿Fuiste tu? le preguntó Juanico.
Y el mendigo, sin responder, le quiso pegar. Entonces Juanico empuñó su bastón de cien quintales y le dio una paliza.
Lo partió en cuatro pedazos y los arrojó por la ventana.
Cuando llegaron sus amigos la comida estaba en la mesa.
El leñador y el molinero no dijeron nada.
Mirad por la ventana les dijo Juanico.
Y vieron que el terrible hombre que les había metido los dolores en el cuerpo estaba en cuatro pedazos.
Sigamos adelante les dijo Juanico, todavía no hemos encontrado el miedo.
Caminaron y caminaron, y llegaron a una cueva.
Veamos qué hay adentro.
Juanico hizo un cesto retorciendo algunos árboles, y con unas lianas hizo la cuerda necesaria para bajar el cesto.
Juanico el oso se sentó en el cesto con su bastón de cien quintales.
El leñador y el molinero se encargaron de agarrar la cuerda para ir bajando a Juanico y su bastón.
Cuando llegó al fondo de la sima, Juanico vio una mujer.
Soy la cuidadora de las trece puertas le dijo la mujer.
Juanico derribó las trece puertas con su bastón.
Y tras la última puerta vio a dos hermosas muchachas.
¿Qué hacéis aquí?
Somos las hijas del rey de la Hungría.
Las habían raptado, y llevaban ocho años en la cueva.
Una de las muchachas tenía una pelota de oro, y las dos tenían siete vestidos.
Cortaron siete pedazos de sus vestidos, y se los regalaron a Juanico.
Juanico puso a una de las hermanas en el cesto, y tiró de la cuerda para que sus amigos la subiesen.
Cuando vieron aquella muchacha tan hermosa, el leñador y el molinero se pelearon por ella. Pero Juanico tiró de nuevo de la cuerda, y subieron a la segunda muchacha. Entonces el leñador y el molinero hicieron las paces.
¿Tenéis más hermanas ahí abajo? les preguntaron a las muchachas.
No, abajo sólo queda Juanico el oso.
Y entonces los amigos de Juanico echaron la cuerda al fondo y se fueron a casa del rey de la Hungría con las dos muchachas.
Texto: Koldo Izagirre
Traducción: Koldo Izagirre
Voz: Iñaki Berazategi