El inicio de la Segunda República española coincidió en el tiempo con el advenimiento de una crisis económica a escala mundial surgida en Estados Unidos en 1929 y conocida como «La Gran Depresión». La consecuencia más traumática en el Estado español fue el crecimiento imparable del número de obreros parados fruto de la recesión económica que asolaba a Europa, en un momento histórico en el que la proclamación del nuevo sistema político republicano y democrático había generado unas expectativas muy altas en la población.
En lo que respecta a Azpeitia, desde el comienzo del siglo XX, pero sobre todo en la década de los años 20, se había producido la consolidación de un tejido industrial especializado en el sector de la madera. El crecimiento de establecimientos fabriles fue en estos años notorios, lo que supuso un aumento del censo obrero(*). Con la llegada de la crisis económica, este sector industrial, y otros de menos peso como el de la construcción o el eléctrico, se vieron seriamente perjudicados. Sin embargo, a pesar de que el índice de obreros parados aumento a partir de 1933 y el cierre de fábricas fue constante, los estragos de la crisis en Azpeitia, y en general en Gipuzkoa, fueron menores que en otros territorios. Más aún, dentro del territorio guipuzcoano, Azpeitia no fue de las localidades más afectadas, puesto que fueron los sectores de la metalurgia y la construcción, escasamente implantados en este municipio, los más perjudicados.
En concreto, la primera fábrica que cerró sus puertas tras el inicio de la Segunda República fue la de los señores Landa y Oyarzabal en septiembre de 1931, apenas un año después de abrirla(*). En junio de 1932, el alcalde Casto Orbegozo citaba las 22 fábricas existentes en el municipio, si bien, este número se incrementaba considerablemente si se tenía en cuenta, tal y como hacía el Anuario General de España, los talleres de menor tamaño(*).
FÁBRICAS EXISTENTES EN AZPEITIA EN 1932(*)
Olaiztegui y Cía.
Dionisio Echeverri
Gregorio Segurola
Ángel Sarasua
Ramón Echeverria
Alejandro Echeverria
José Mari Iturzaeta
Ignacio Aranguren
Gregorio Egibar
Bonifacio Aguirre
Ladislao Segurola
Astigarraga y Cía.
José Peña
Javier Lapeira
Aguirre y Cía.
Francisco Sarasua
Dámaso Azcue
Urbano Larrañaga
Domingo Lizarralde
Marcial Ucin
Andrés Arruti
Rafael Nazabal
FÁBRICAS EXISTENTES EN AZPEITIA EN 1932
SEGÚN EL ANUARIO GENERAL DE ESPAÑA(*)
1 fábrica de aguardiente
1 fábrica de gaseosa
3 fábricas de ollas
5 fábricas de perratoki
5 fábricas de albarcas
1 fábrica de fundición
4 serrerías
2 fábricas de lejías
2 fábricas de sillones
5 fábricas de muebles de mimbre
3 canteras
11 fábricas de muebles
3 fábricas de carruajes
2 fábricas de órganos
6 centrales eléctricas
4 fábricas de madera
1 fábrica de fuelles
Ya en 1934, existían en Azpeitia un total de 20 centros industriales de los cuales 9 correspondían al sector del mueble, pasando a ser 8 tras el incendio de Amuebladora Azpeitiana el 15 de mayo(*). Esto suponía el empleo de 380 trabajadores de un censo obrero total que ascendía a 566 personas, sin contar a aquellos que realizaban labores para estas fábricas desde sus domicilios(*).
Otra característica propia de Azpeitia anteriormente citada, aunque no única, fue la ocupación de concejalías por parte de los principales patronos locales o sus familiares directos, principalmente si atendemos a la corporación municipal conformada en abril de 1931 mediante el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907. Por ejemplo, el primer teniente-alcalde de la corporación municipal, Toribio Azcue Echezarreta, era hijo del empresario más importante del municipio, Dámaso Azcue, propietario de la fábrica de mueble de su mismo nombre. Además de ello, otros cuatro concejales de aquella corporación eran personas ligadas al comercio y a la industria: Silvestre Madrazo, Silvestre Otamendi, Andrés Echaniz y Roque Astigarraga. Este anacronismo cambió sustancialmente tras las elecciones del 23 de abril de 1933, si bien, fue una práctica que posteriormente recuperaría el franquismo.
En cualquier caso, en lo referente a Azpeitia, el alcance de la crisis económica no produjo un porcentaje insostenible de obreros parados sino más bien un empeoramiento de las condiciones laborales de los que se encontraban en activo, debido a las reducciones de las jornadas de trabajo y a la cuantía de los salarios. Si algo venía a solucionar el nuevo régimen democrático era las condiciones de la clase obrera y con ello el tremendo problema de la desigualdad social. Sin embargo, la crisis económica y la resistencia de industriales y capitalistas a aplicar las reformas, tuvo como consecuencia un aumento progresivo de la conflictividad laboral, que en el caso de Azpeitia aumentó exponencialmente a partir de 1933 y sobre todo en 1934. Al igual que en el resto de la provincia, podríamos establecer dos períodos diferenciados: una primera fase que abarcaría desde el inicio de la República hasta el año 1933, y una segunda desde 1934 hasta julio de 1936. Mientras que en la primera fase la conflictividad laboral y sus manifestaciones en forma de huelgas y paros obreros fueron moderadas, a partir de 1934 se produjo un aumento significativo de éstas. A nivel local, esta evolución coincidirá con la implantación definitiva de las dos centrales sindicales más potentes en el territorio: STV y UGT.
La principal característica del movimiento obrero en Azpeitia durante el periodo republicano fue la tardía implantación de los sindicatos de clase, o si se prefiere, de sindicatos ligados a movimientos políticos y corpus ideológicos concretos. Hasta comienzos de 1933, los únicos sindicatos registrados, con sede social en Azpeitia, eran sindicatos del ramo o de oficios, uno de ellos ligado a Solidaridad de Obreros Vascos (SOV). El más antiguo de estos era el Sindicato Católico de Oficios Varios de Azpeitia, creado en 1924, con domicilio en la casa parroquial y con un total de 31 socios en enero de 1933. El 28 de octubre de 1931 se constituyó la Agrupación de Obreros Vascos de la Industria del Mueble de Azpeitia, organización local dependiente de SOV, la cual pasó de 136 afiliados en 1931 a 269 a comienzos de 1933. En aquel año de 1931, Miguel Irureta Peñagaricano, posteriormente concejal, era el máximo responsable de este sindicato nacionalista. Por último, el 4 de julio de 1932 se instaló en Azpeitia el Sindicato Provincial del Mueble de Guipúzcoa, dependiente del Sindicato de Obreros en Madera de Guipúzcoa y con 54 personas afiliadas en 1933(*). Su presidente, Félix Berruezo Azagra, fue posteriormente presidente de UGT de Azpeitia y uno de los fundadores de Izquierda Republicana en la localidad.
Mención aparte merece el Sindicato Nacional Ferroviario, vinculado al sindicato socialista UGT y cuya implantación en Azpeitia se debió a la construcción del ferrocarril del Urola. En noviembre de 1932 se constituyó en la sede de Unión Republicana de Azpeitia el Consejo Obrero del Urola, cuyo secretario era el vecino de Zumaia Nicasio Olano Echeveguren(*).
A partir de 1933, siguiendo la tónica general del territorio guipuzcoano, el movimiento sindical en Azpeitia experimentó un proceso de concentración en perjuicio de los sindicatos «libres» y católicos(*). El sindicalismo abertzale representado por STV y el de corte socialista patrocinado por UGT aglutinaron desde entonces al grueso de la clase trabajadora azpeitiarra, a excepción del Sindicato Profesional del Ramo de la Madera de Azpeitia presidio por Pedro Arratibel. STV y UGT, fueron los principales interlocutores de los trabajadores de las principales fábricas de la localidad con empresarios e instituciones locales, si bien, STV tuvo una mayor implantación que UGT debido a su ideario nacionalista.
En cuanto a la conflictividad laboral en Azpeitia, ésta resultó prácticamente inexistente en los primeros años de la Segunda República debido a la tardía implantación de sindicatos de clase y a la supuesta ausencia de obreros desempleados. De hecho, tras el cierre a comienzos del mes de septiembre de 1931 de la fábrica Landa y Oyarzabal, el alcalde Casto Orbegozo declaró que para el día 25 de aquel mismo mes no había trabajadores parados en Azpeitia(*).
En cambio, en febrero de 1933, la Agrupación de Obreros Vascos de Azpeitia (agrupación perteneciente al SOV, la cual no se constituirá como STV hasta el congreso de Vitoria en el mes de abril), solicitaba a la comisión gestora municipal la puesta en marcha de obras que ya tenía proyectadas el ayuntamiento para dar trabajo a «los muchos obreros» que estaban parados. En respuesta, Jesús Echavarri Castell-Ruiz (presidente de la comisión) manifestó que una vez analizado el presupuesto con el que se contaba «podían destinarse de diversos capítulos del mismo hasta doce mil pesetas con destino a obras municipales donde se diera colocación a los obreros parados». Ya en el mes de junio, el sindicato nacionalista volvió a realizar la misma solicitud al ayuntamiento constituido en mayo tras las elecciones del 23 de abril. El secretario de STV, Miguel Irureta, afirmaba en su escrito que «hay obreros que desde el mes de agosto (de 1932) se encuentran sin trabajo y muchos de ellos son padres de familia». Ante esta petición el concejal Sorozabal propuso que «se dieran raciones a los obreros de familia numerosa», a lo que se opusieron varios concejales bajo el argumento de que «era mejor dar trabajo que comidas»(*).
Siguiendo la misma tónica que STV, en el mes de agosto UGT formalizaba su respectiva petición de trabajo para obreros de Azpeitia. En esta ocasión, el ayuntamiento no sólo se comprometió a solicitar a la Diputación que empleara a obreros de la localidad en un porcentaje de al menos el 50% en las obras que efectuara en el municipio, sino que también acordó crear una lista de obreros parados con el objetivo de dar solución al problema del desempleo(*). Con todo, el año de 1933 se cerró con una huelga de los empleados de la fábrica Dámaso Azcue a causa de la cuestión de las vacaciones no retribuidas(*).
En 1934, el paro obrero en Azpeitia pasó a convertirse en uno de los mayores problemas del municipio. Por ello, se hizo efectiva una bolsa de trabajo en coordinación con las centrales sindicales UGT y STV. Una de las mayores obras que en aquel entonces pudo aliviar temporalmente el número de desempleados fue la carretera de Aratz-Erreka, donde se adquirió el compromiso de que el 70% de los obreros fueran vecinos de Azpeitia. Para esta obra, formalizaron su solicitud 108 vecinos en situación de paro(*). No obstante, debemos de tener en cuenta que tanto los sindicatos como las autoridades locales diferenciaban entre parados completos y aquellos trabajadores ocupados a tiempo parcial. Fruto de los informes remitidos al ayuntamiento por parte de dichos sindicatos en el mes de agosto, el ayuntamiento de Azpeitia pudo conocer la realidad laboral exacta del municipio en aquel verano de 1934.
El mes de octubre fue sin duda el más convulso en el ámbito de la conflictividad laboral, debido a la llamada Revolución de Octubre. Por aquel entonces el gobierno de la Segunda República española estaba en manos de la coalición de derechas radical-cedista. Desde su formación en noviembre de 1933 y hasta octubre de 1934 se había producido un proceso de radicalización de los movimientos obreros, principalmente de los socialistas hacia posturas revolucionarias. A este hecho hay que añadir, para comprender el clima de tensión social existente, la disolución de las corporaciones municipales vascas elegidas democráticamente por comisiones gestoras nombradas por los gobernadores civiles de cada provincia. Sin embargo, la magnitud de la Revolución de Octubre en Gipuzkoa fue sensiblemente inferior a la de otros territorios como Bizkaia. Con respecto a Azpeitia, parece ser que las movilizaciones entre los días 4 y 11 no desencadenaron episodios de gran virulencia, quizás en parte a la actitud comedida que adoptó STV como sindicato mayoritario en la localidad. En cuanto a las represalias que pudieron tomarse, sin descartarse que pudiera haber habido detenciones, algo que desconocemos, destacó la clausura de la agrupación local del sindicato nacionalista y las sanciones del Consejo de Administración del Ferrocarril del Urola a varios trabajadores. En la sesión del 20 de diciembre de 1934 se establecieron las siguientes sanciones:
«Faltas al servicio cometidas durante la huelga del mes de octubre: Apercibimiento en orden escrita y suspensión de empleo y sueldo durante 3 días a Pablo Iraeta, José Urcola, Sebastián Larrea, Pablo Romatet, Antonio Gurruchaga, Santiago Chasco, Juan Gurruchaga y Joaquín Garcés. Apercibimiento en orden escrita a Francisco Olano. Reprensión verbal a Miguel Barrenechea». Además, «se acordó, al mismo tiempo, volver a estudiar en su día, las responsabilidades que pudieran recaer en el empleado D. Joaquín Garcés, que se halla encarcelado por disposición gubernativa, a consecuencia de la misma huelga».(*)
En cualquier caso, los sucesos de octubre de 1934, su fracaso, y la posterior represión gubernamental no solucionaron el grave problema de paro ocasionado por la crisis económica que asolaba a la República desde su inicio. Tampoco parece ser que lo consiguiera la «Ley contra el paro» aprobada por el gobierno español el 25 de junio de 1935, con la que se pretendió orientar de manera eficiente la política contra el desempleo de cada jurisdicción a través de un control exacto del número de parados. A finales de 1935 y principios de 1936, aunque el número de obreros en situación de paro completo había descendido con respecto a agosto de 1934, la cuantía de trabajadores a tiempo parcial había aumentado considerablemente.
Y es que la reducción de la jornada laboral fue la causa principal de la mayor parte de las huelgas convocadas en Azpeitia. Ejemplo de ello fue la movilización de los trabajadores de la fábrica de botones en noviembre de 1934, o la huelga convocada por el gremio del mueble en julio de 1936. Así relataba los acontecimientos el trabajador de la fábrica Aguirre Hnos. Antonio Loinaz:
«En el mes de julio de 1936 salimos a la huelga los trabajadores del gremio del Mueble pidiendo más salario. Había poco trabajo (sólo 3 días a la semana) pero se ganó la huelga y nos subieron el salario, a mí que ganaba 4,50 ptas. me subieron a 7 ptas. diarias, aunque seguíamos trabajando 3 días. Pasamos varios días sin trabajar, paseándonos en grupos por las calles, cantando esta canción, acompañada con un acordeón:
Besteren bidez jornalak jaso
Poztuten ditu diruak
Nagusiak baino kulpa gehiago
Langile enbusteroak».(*)
Surgida en 1921, Azpeitiko Nekazarien Bazkuna fue la organización de mayor relevancia en el mundo rural azpeitiarra entre 1920 y 1933. Aparte de esta organización existió en Azpeitia otra de ámbito provincial constituida oficialmente en noviembre de 1931: la Confederación Católica Agropecuaria de San Ignacio de Loyola. Esta grupo agrario contaba con unos 4.000 socios en toda la provincia, si bien, parece ser que su fuerza en Azpeitia fue realmente escasa(*).
Para entender la importancia de la organización agraria Azpeitiko Nekazarien Bazkuna, la cual celebró su décimo aniversario en mayo de 1931, debemos de tener en cuenta que más de la mitad de la población azpeitiarra vivía en zonas rurales a comienzo de los años 30. No obstante, la progresiva industrialización de Azpeitia hizo que de forma paralela existiera un éxodo continuado al núcleo urbano de los baserritarras. De hecho, uno de los aspectos característicos de la conflictividad laboral en Azpeitia fue el choque entre obreros urbanos y caseros, ya que éstos, además de poder percibir las «rentas» que les proporcionaba la tierra, percibían un salario en las fábricas en las que trabajaban. Este ingreso extra suponía un aumento del nivel de vida con respecto a los obreros urbanos, y como consecuencia las protestas de estos últimos que pedían tener prioridad a la hora de ser empleados(*).
Con todo, esta organización nacionalista aliada del PNV contó con cuatro representantes en la corporación municipal constituida en abril de 1931, mientras que los resultados de las elecciones municipales de 1933 les concedió ocho concejalías. Por tanto, el éxito electoral les permitió ampliar su ámbito de actuación, favorecidos a su vez por la creación en el mes de mayo de Gipuzkoa'ko Nekazariak y posteriormente por Euzko Nekazarien Bazkuna, agrupación en la quedó integrada Azpeitiko Nekazarien Bazkuna. Asimismo, el semanal Argia cumplió un papel fundamental en la difusión del movimiento agrario vasco durante la Segunda República. En sus objetivos, además de la defensa en líneas generales de los intereses de los baserritarras, este movimiento agrario añadió en el período republicano el apoyo a los caseros arrendatarios para convertirse en propietarios, la creación de escuelas rurales, y la instauración de un sistema cooperativo para los medios de producción(*). Así lo explicaba uno de sus máximos representantes en Azpeitia en el diario Euzkadi en 1931:
«Baserritarrak entzun: Beste langile guziari bezela elkartzeko garaia iritxi zaiote, bakoitza bere bidetlk dabllen bitartean ezer ez baltu. Baserri, etxelur, ondo gordetzeko, maizterrak zeratenok bizi zeraten basetxien jabe egiteko ikastetxeak bear diran tokietan jartzeko, gailuk merkeago edukitzeko, aldundian edo udalean arreta aundiagoa jartzeko. Alkartzean ez bazerate laister dituzue zuen basetxe jabee gin nairik muxumotz ta lustreatzalle, beran jatorria non dan Jaingoikuak bakarrik dakian demokrata ta berdintzale oyek» (Imanol Olaizola Kirol)(*).
En la práctica, y una vez integrada la agrupación local en Euzko Nekazarien Bazkuna, esta organización agraria se dirigió durante el periodo republicano en varias ocasiones a la corporación municipal solicitando la supresión de varios impuestos, tales como el que gravaba la sidra y los cerdos. Además de ello, suplicó en varias ocasiones para que se actuara en contra de los cazadores(*). Pero sin lugar a dudas, la mayor lucha de esta asociación fue la defensa de los propietarios arrendatarios, los cuales, en principio, se vieron favorecidos por la reforma agraria impulsada por el gobierno de la República. A esta legislación que permitía acceder a la propiedad de los caseríos a sus inquilinos, se opusieron frontalmente los grandes propietarios como la marquesa de San Millán. De esta última era propiedad el caserío del barrio de Lasao Etxezuri, cuyos inquilinos fueron expulsados en 1936.
Por último, el 14 de junio de 1936, Euzko Nekazarien Bazkuna celebró en Azpeitia el día del campesino (nekazari eguna). Este acto fue subvencionado por el ayuntamiento de Azpeitia, el cual también cedió de manera gratuita la banda de música, la plaza de toros, y la del mercado(*).