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Juanico el oso sale al mundo con su bastón

Juanico el oso quería conocer el miedo. Siempre andaba peleándose con sus compañeros de escuela, y nadie le aguantaba.

«¡Quiero conocer el miedo!» le decía a su madre, y al maestro también le decía «¡Quiero conocer el miedo!»

Y un buen día, viendo que Juanico no había nacido para los libros, el maestro le dijo:

—Toma este bastón, Juanico. Te servirá para andar por el mundo.

Era un buen bastón, un bastón hecho con una gruesa vara de acebo.

Pero Juanico lo partió como su fuese una ramita.

—Yo necesito un bastón de hierro.

Y el maestro le pidió al herrero que le hiciese un bastón de hierro.

Cuando el maestro le regaló el bastón de hierro, Juanico lo partió como si fuese una ramita.

—¡Este bastón tampoco vale para andar por el mundo!

Y al ver aquello, el maestro le dijo:

—Ve tú mismo a donde el herrero, pídele que te haga el bastón que más te gusta, que yo lo pagaré.

Juanico fue a la fragua del herrero, y se puso a recoger todas las virutas de hierro que había por el suelo. Hizo una montaña de chatarra, y le pidió al herrero que la fundiese.

Y así tuvo Juanico el bastón que quería, un bastón de hierro de cien quintales de peso.

Se despidió de su madre, se despidió del maestro, se despidió del herrero.

Y sus compañeros de escuela, al ver que se alejaba, comenzaron a cantar:

—¡Tu padre es un oso! ¡Tu padre es un oso!

Juanico se adentró en el bosque. Allí vio a un leñador que estaba cortando un haya.

—¿Para qué quieres ése árbol?

—Mi madre me ha pedido que le lleve un poco de leña —le respondió el leñador. Y cuando dio el último hachazo, dejó que el árbol cayera sobre su hombro, y se lo llevó a casa.

Juanico se quedó muy sorprendido con aquel hombre.

Y pensó:

«¡El mundo está lleno de gente como yo!»

Y después de dejar el árbol en casa de la madre del leñador, Juanico y su nuevo amigo se fueron a recorrer el mundo.