Cuentos

Batoko Chertuko

Batoko Shertuko era un narte, un guerrero checheno de la época antigua. Defendía a los pobres y tenía un gran valor, por lo que todos los chechenos lo querían.

Un día que iba al mercado se encontró con un joven campesino que lloraba desconsoladamente.

Batoko Shertuko le preguntó la razón de tanto desconsuelo.

—Lloro por mi madre, que acaba de morir —le contestó el joven.

—Debes consolarte —le aconsejó Batoko Shertuko—, pero también debes consolar a tu madre.

El joven dejó de llorar.

—¿Cómo voy a consolar a mi madre, si ya ha muerto?

—Mata alguno de tus animales —le dijo Batoko Shertuko.

—¿Y con eso se consolará mi madre? —le preguntó el joven, incrédulo.

Y el gran narte Batoko Shertuko le respondió así:

—Mata un animal en nombre de tu madre, así la muerte saldrá del cuerpo de tu madre y pasará al del animal.

Pero el campesino no se fiaba.

—¿Por qué he de creerte?

—Si no me crees —le dijo Batoko Shertuko—, que venga conmigo tu mejor amigo, y mientras tanto sacrifica algún animal en nombre de tu madre. Él te demostrará que es verdad.

El campesino se mostró de acuerdo.

Batoko Shertuko y el mejor amigo del campesino viajaron hasta el otro mundo.

El campesino, mientras tanto, mató un gallo y una gallina, los desplumó, los cortó en pedazos y los distribuyó entre los pobres con una cesta de panes.

Batoko Shertuko y el mejor amigo del campesino llegaron a una montaña del otro mundo. Allí vivía la madre muerta.

La madre muerta les dijo así:

—Decid a mi hijo que le agradezco mucho el gallo y la gallina.

Y señalando a la cima de la montaña, les mostró un gallo, una gallina y un cesta llena de panes.

Batoko Shertuko y el mejor amigo del campesino huérfano volvieron a este mundo, y Batoko Shertuko le dijo:

—Vimos a tu madre. Nos dijo que te agradecía lo que le mandaste.

Pero el campesino era muy receleso.

—¡Qué raro!

—Raro, ¿por qué? —exclamó Batoko Shertuko.

—Porque no maté ningún animal para mi madre —mintió el campesino.

Entonces habló su mejor amigo.

—Tu madre tenía un gallo, una gallina y una cesta llena de panes.

Estas palabras demostraron al campesino que su madre había recibido la ofrenda.

Se dice que entonces se hizo tradicional en Chechenia honrar a los difuntos haciendo una comida en su honor, y que desde Chechenia se extendió por todo el mundo.

Y esta fue una de las victorias más célebres de Batoko Shertuko, el gran narte.

Texto: Koldo Izagirre

Traducción: Koldo Izagirre

Voz: Iñaki Berazategi

Este es el cuento del guerrero Batoko Shertuko, y viene consolando desde las montañas de Chechenia

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