Recuperar la memoria colectiva, el publicar este tipo de libros, viene exigido por el derecho a conocer la verdad que toda la ciudadanía tiene. Y si existe ese derecho, las instituciones públicas tienen la correspondiente obligación de garantizarlo. Por tanto, para el Ayuntamiento de Azpeitia el recoger la memoria de nuestros ciudadanos se ha convertido en un compromiso irrenunciable.
En esta publicación editada por el Ayuntamiento de Azpeitia y la Sociedad de Ciencias Aranzadi podemos encontrarnos innumerables datos y cifras, si bien, debemos darnos cuenta de que se trata de personas con nombre y apellidos, azpeitiarras que sufrieron los indecible y que, lamentablemente, han permanecido en el olvido. Estas líneas quieren ser un reconocimiento hacia todas ellas. Sabemos que 78 años son muchos años y que este trabajo tenía que haberse realizado con anterioridad, pero mejor tarde que nunca.
Este libro, en gran medida, es un libro que quiere rendir homenaje a los perdedores, es el libro de los azpeitiarras que perdieron la guerra. Sin embargo, nunca debemos olvidar que esos perdedores, detenidos, condenados, insultados, atemorizados, embargados, multados, castigados, torturados, lesionados, mutilados, inválidos, deportados, desplazados, señalados, asesinados, fusilados, perseguidos, silenciados, abatidos, expoliados, los que perdieron todo, los humillados... tenían nombre y apellidos, y eran lo mejor de nuestro pueblo. Lucharon y se levantaron, sin nada, casi con las manos desnudas frente a los enemigos de nuestro pueblo, frente al fascismo, frente a los poderosos y frente a los militares. Con la única pretensión de que tuviéramos un futuro mejor basado en la Justicia. Lo perdieron todo, arriesgaron su futuro personal, el futuro de sus familias, su patrimonio y su comodidad. Estos hombres y mujeres fueron, y son, lo mejor de Azpeitia. Nunca es bonito ni fácil, y el miedo perdura, pero nunca perdieron la dignidad.
Durante estos largos años es evidente que la memoria del silencio se ha impuesto. En Azpeitia la mayoría se quedó en silencio, fue obligada al silencio, y el silencio se extendió en toda la sociedad. Un silencio negro sobre lo ocurrido. Todos se quedaron embargados por el silencio, como si nunca hubiera ocurrido nada. Sin embargo, el silencio provocado por aquella Guerra no puede convertirse en olvido. El silencio no es sinónimo de olvido, el que permanece en silencio no olvida, simplemente ha decidido no compartir su recuerdo. Lo ocurrido en la Guerra no fue transmitido a nadie. El silencio se impuso junto con un sufrimiento profundo, sin que haya existido el derecho a conocer la verdad, al reconocimiento integral. No ha existido, por tanto, una memoria integral, no ha existido una reparación real ni Justicia para nadie.
Por ello, tenemos la obligación de devolverles una pequeña parte de lo que nos dieron. Con el objetivo de que no se repitan los errores del pasado, debemos transmitir a las generaciones futuras el relato de lo sucedido. Un relato completo de lo acaecido, una memoria sobre la Guerra y la venganza, sobre una larga dictadura caracterizada por la crueldad y el dolor que provocó; una dictadura trágica que no puede volver a repetirse. Tampoco debemos olvidar las vulneraciones de derechos humanos más cercanas en el tiempo. Las lecciones del pasado sirven para todos, y no debemos admitir ningún silencio en las vulneraciones presentes. Es triste y difícil pero es nuestra historia. Hemos de romper con el silencio y, a partir de ahora, en Azpeitia no debemos olvidar a nadie.
Nuestra sociedad debe construirse sobre pilares sólidos, y por ese motivo no podemos retirar la mirada o girarla hacia a un lado. Debemos, aunque sea doloroso, recuperar y dar a conocer la memoria histórica de nuestros abuelos y abuelas, tenemos que recordar su dignidad. Debemos levantar el velo del olvido sobre aquellos años y, además, reconocer el sufrimiento. Debemos también subrayar el compromiso que aquellos y aquellas azpeitiarras adquirieron en los momentos difíciles de la historia de nuestro pueblo. Fueron capaces de asumir compromisos difíciles, sirviendo de ejemplo a personas que en la actualidad asumen compromisos en nuestra sociedad. Porque fueron, somos. Porque seremos, serán.
Eneko Etxeberria
Alcalde de Azpeitia
Javier Buces Cabello
Investigador de la Sociedad de Ciencias Aranzadi