Cuentos

Juanico el oso ante el rey de la Hungría

Juanico el oso se había quedado en la cueva, porque sus amigos habían echado la cuerda y se había ido con las hijas del rey hacia las tierras de la Hungría. No había nadie que pudiese subir a Juanico en la cesta.

Entonces se acordó que no estaba sólo. Buscó a la mujer que lo había recibido, y le dijo:

—Si no me sacas de aquí te quitaré las pulgas con este bastón.

Y al ver el bastón de cien quintales con el que Juanico había derribado las trece puertas, la mujer lo sacó de la cueva.

Pero sus amigos estaban ante el rey de la Hungría.

—Nosotros sacamos a tus hijas de la cueva.

El rey los hizo príncipes, y organizó una gran fiesta.

Cuando empezó a sonar la música, llegó un desconocido, fuerte y peludo, con un bastón de cien quintales.

Plantó el bastón en medio de la plaza y empezó a jugar con la pelota que le había dado una de las hijas del rey.

Y los guardias de palacio avisaron al rey de lo que sucedía en la plaza mayor.

—¡Es Juanico el oso! —dijeron las hijas del rey.

Al oír esto, los amigos de Juanico, el leñador y el molinero, se asustaron.

—¿Cómo lo sabéis? —preguntó su padre.

—Porque lo conocemos.

El rey mandó seis soldados en su busca.

—¡Acompáñanos, el rey quiere verte!

—Si quiere verme, que venga él aquí —respondió Juanico.

—Si no quieres venir, te llevaremos a la fuerza.

Pero Juanico les advirtió muy serio:

—A la fuerza no me vais a obligar.

Los seis soldados se abalanzaron sobre él, pero Juanico mató a cinco de un bastonazo.

El sexto huyó corriendo.

—Majestad —dijo el soldado cuando llegó ante el rey—, aunque enviaseis doce soldados, sería imposible traerlo.

—¡Padre, es él, Juanico el oso!

Al oír esto, los amigos de Juanico, el leñador y el molinero, conocieron el miedo.

El rey y sus hijas fueron hasta la plaza mayor, donde Juanico jugaba a la pelota.

Las hijas lo abrazaron.

Luego Juanico se quedó mirando a los vestidos de las dos hermanas.

—A esos vestidos les falta un pedazo de tela.

Y enseñó los pedazos que le habían regalado las hermanas en la cueva.

Y Juanico el oso se quedó en el palacio con las hijas del rey.

El rey, viendo que Juanico era el verdadero salvador de sus hijas, desterró de la Hungría al leñador y al molinero, los amigos de Juanico.

Pero Juanico quería conocer el miedo, y al cabo de unos años dejó la corte del rey de la Hungría para seguir su caminar por el mundo.

Texto: Koldo Izagirre

Traducción: Koldo Izagirre

Voz: Iñaki Berazategi

Este es el cuento del oso Joantxo y el rey de la Hungría

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