Cuentos

El joven de grasa de ballena

Había una vez una joven muchacha inuita, que es como se llaman verdaderamente los esquimales, cuyo amigo se ahogó en el mar. Se apenó mucho, y nadie podía consolarla, ella sólo quería al que se había ahogado, no quería a ningún otro muchacho.

Lo quería tanto que decidió hacer otro igual: cogió un trozo de grasa de ballena y le dio la forma de su amigo.

Hizo una escultura tan perfecta que parecía de verdad.

—¡Abrázame fuerte! —le dijo la figura de grasa de ballena.

Y la ternura del abrazo le dio vida.

Y se fueron los dos a vivir a una cabaña junto al mar, allí, en Groenlandia.

Cuando su novio venía fatigado de pescar, le decía:

—¡Abrázame fuerte!

Y el abrazo de su amiga lo reanimaba.

Un día que estaba cazando focas se sintió mal: el sol lo estaba derritiendo. Sudaba y sudaba, y cada vez se iba haciendo más pequeño.

Cuando llegó a la cabaña tan sólo era un montoncito de grasa de ballena. Su amiga no lo pudo abrazar.

La muchacha se apenó mucho.

Pero tomó otro buen trozo de grasa de ballena y lo moldeó dándole la forma de su amigo ahogado. Y cuando estaba terminando su obra, la figura le dijo:

—¡Abrázame fuerte!

Texto: Koldo Izagirre

Traducción: Koldo Izagirre

Voz: Iñaki Berazategi

Este es el cuento del muchacho de grasa de ballena, y viene derritiéndose desde Groenlandia

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